Noticias Marzo 13 - 18
El polvo estelar antiguo arroja luz de las primeras estrellas (13/03/2017)
Un equipo internacional de astrónomos, liderado por Nicolas Laporte, del University College de Londres, ha utilizado ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) para observar la galaxia A2744_YD4, la más joven y más alejada vista por ALMA. Se sorprendieron al descubrir que esta joven galaxia contiene una gran cantidad de polvo interestelar formado por la muerte de una generación anterior de estrellas.
Posteriores observaciones de seguimiento realizadas con el instrumento X-shooter, instalado en el Very Large Telescope (VLT) de ESO, confirmaron la enorme distancia que nos separa de A2744_YD4. Vemos la galaxia como era cuando el universo tenía sólo 600 millones de años, durante el período en el que se estaban formando las primeras estrellas y galaxias.
“A2744_YD4 no es solo la galaxia más lejana observada hasta ahora por ALMA, sino que la detección de tanto polvo indica que esta galaxia ya había sido contaminada por supernovas tempranas”, comenta Nicolas Laporte.
El polvo cósmico se compone, principalmente, de silicio, carbono y aluminio en granos diminutos de tamaños de una millonésima de centímetro. Los elementos químicos de estos granos se forjan dentro de las estrellas y son esparcidos por el cosmos cuando las estrellas mueren. Hoy en día, este polvo es abundante y es un elemento clave en la formación de estrellas, planetas y moléculas complejas; pero en el universo temprano, antes de que murieran las primeras generaciones de estrellas, era escaso.
Las observaciones de la polvorienta galaxia A2744_YD4 fueron posibles porque esta galaxia se encuentra detrás de un cúmulo de galaxias masivas llamado Abell 2744. Debido a un fenómeno llamado de lentes gravitacionales, el cúmulo actuó como un gigante “telescopio” cósmico, ampliando la galaxia A2744_YD4 aproximadamente unas 1,8 veces, permitiendo al equipo penetrar en nuestro universo temprano.
¿Podrían los estallidos rápidos de radio ser muestra de la propulsión de naves extreterrestres? (15/03/2017)
¿Son pulsos de radio los causantes de una de las señales más misteriosas del espacio? Un nuevo artículo realizado por Manasvi Lingam y Avi Loeb del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica indica que los estallidos rápidos de radio (FRB, por sus siglas en inglés) podrían tener su origen en pulsos de radio extraterrestres que son usados como faros o para impulsar velas extraterrestres.
La fuente de los FRBs, que son pulsos de ondas de radio que duran milisegundos pero son increíblemente brillantes, ha intrigado y desconcertado a los astrónomos durante años y en realidad no es la primera vez que se ha sugerido extraterrestres como explicación.
¿Qué? ¿Encontraron extraterrestres?
No. No hay evidencia de que otra civilización genere los FRBs. Esta nueva investigación no dice que alguien encontró extraterrestres ni que ellos causen los FRBs. En su lugar, toma un escenario donde estas misteriosas señales proceden de civilizaciones extragalácticas como punto de partida, y se pregunta cómo podría ser posible.
Dado que no sabemos lo que realmente causa los FRBs, este estudio simplemente añade otra idea al grupo. Muchos astrónomos creen que es poco probable, pero Loeb afirma que vale la pena investigarlo.
“Decidir lo que es probable antes de tiempo limita las posibilidades. Es valioso dar ideas y dejar que los datos sean los jueces”, indicó Loeb en un comunicado.
Si fueran extraterrestres, ¿cómo funcionaría?
Según Lingam y Loeb, las señales de FRB podrían venir de enormes transmisores de radio fuera de nuestra galaxia. Si fueran alimentados por luz estelar, estos transmisores extraterrestres necesitarían tener dos veces el tamaño de la Tierra. ¿Por qué hacer el esfuerzo de construir un transmisor de radio del tamaño de un planeta? Si los extraterrestres estuvieran intentando señalar que se encuentran allí fuera, esta parece una de las maneras más difíciles e ineficientes de hacerlo.
Las galaxias del universo temprano tenían menos materia oscura que las actuales (16/02/2017)
Vemos la materia normal como brillantes estrellas, refulgente gas y nubes de polvo. Pero la elusiva materia oscura no emite, absorbe o refleja la luz y sólo puede ser observada a través de sus efectos gravitacionales. La presencia de materia oscura puede explicar por qué las partes exteriores de galaxias espirales cercanas giran más rápido de lo que se esperaría si sólo estuvieran compuestas por la materia normal que podemos ver directamente.
Ahora, un equipo internacional de astrónomos dirigido por Reinhard Genzel, del Instituto Max Planck de Física Extraterrestre (Garching, Alemania), ha utilizado los instrumentos KMOS y SINFONI, instalados en el Very Large Telescope (VLT) de ESO, en Chile, para medir la rotación de seis galaxias masivas con formación estelar en el universo distante en el momento de máxima formación de galaxias, hace 10.000 millones de años.
Lo que descubrieron es intrigante: a diferencia de las galaxias espirales del universo actual, las regiones exteriores de estas galaxias distantes parecen girar más lentamente que las regiones más cercanas al núcleo, sugiriendo que hay menos materia oscura de lo esperado.
“Sorprendentemente, las velocidades de rotación no son constantes, sino que disminuyen de dentro hacia fuera en las galaxias”, comenta Reinhard Genzel, autor principal del artículo. “Probablemente haya dos causas para esto. En primer lugar, la mayoría de estas galaxias masivas tempranas está fuertemente dominada por materia normal, por lo que la materia oscura juega un papel mucho menos importante que en el Universo Local. En segundo lugar, estos discos tempranos fueron mucho más turbulentos que las galaxias espirales que vemos en nuestra vecindad cósmica”.
Ambos efectos parecen ser más marcados a medida que los astrónomos miran más lejos y más atrás en el tiempo, en el universo temprano. Esto sugiere que entre los 3.000 y 4.000 millones de años después del Big Bang, el gas en las galaxias ya se había condensado eficientemente en discos planos y rotantes, mientras que los halos de materia oscura alrededor de ellos eran mucho más grandes y estaban más dispersos hacia las zonas exteriores. Al parecer, la materia oscura necesitó miles de millones de años más para condensarse, por lo que su efecto dominante sólo se ve hoy en día.
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