El evento Tunguska

El evento Tunguska, el día del Asteroide 



Es el año 1908 y apenas transcurrieron algunos segundos de las siete de la mañana. Un hombre yace sentado en el balcón de un solitario establecimiento comercial en Vanavara, Siberia. No se imagina que, en sólo unos instantes, será arrancado de su silla y el calor será tan intenso que sentirá como si su camisa estuviera envuelta en llamas.  Así es como se sintió el llamado evento de Tunguska a 64 kilómetros (40 millas) del epicentro.

Este 30 de junio de 2022, se cumple el aniversario número 114 de aquel feroz impacto cerca del Río Podkamennaya Tunguska, en la remota Siberia y aún hoy, a cien años del acontecimiento, los científicos continúan hablando del tema; incluso para recordar el evento desde hace unos años se celebra "El día del Asteroide", para recordarnos que en cualquier momento podemos ser bombardeados desde el espacio. 



A pesar de que el impacto ocurrió en 1908, la primera expedición científica que llegó al área lo hizo 19 años después. En 1921, Leonid Kulik, el conservador principal de la colección de meteoritos del Museo de San Petersburgo condujo una expedición a Tunguska. No obstante, las duras condiciones de la zona del interior de Siberia impidieron al equipo alcanzar el área de la explosión. En 1927, una nueva expedición, liderada otra vez por Kulik, logró finalmente alcanzar la meta.

Aunque se hizo muy difícil obtener testimonios de lo sucedido, la evidencia abundaba por todas partes.  Aproximadamente 2.100 kilómetros cuadrados (ochocientas millas cuadradas) de bosque quedaron partidas en dos. Ochenta millones de árboles yacían a ambos lados, derribados en un patrón radial sobre el suelo.



Eso requiere ondas de expansión de rápido movimiento capaces de romper las ramas de un árbol antes de que éstas puedan transferir el impulso del impacto al tronco. Treinta y siete años después de la explosión de Tunguska, se encontrarían árboles sin ramas en el lugar de otra fuerte explosión: Hiroshima, Japón.

Las expediciones de Kulik (quien viajó a Tunguska en tres ocasiones distintas) lograron hacer, finalmente, que algunos vecinos de la localidad hablaran. Uno de ellos fue el hombre del establecimiento en Vanavara, quien fue testigo de la explosión de calor mientras era despedido de su silla.

La magnitud de la explosión fue como una paliza. La onda expansiva que se produjo como resultado pudo ser registrada por barómetros sensibles en lugares tan lejanos al epicentro como Inglaterra. Se formaron nubes densas sobre la región, a grandes altitudes, las cuales reflejaban la luz solar desde detrás del horizonte. Los cielos nocturnos brillaban y se recibieron informes de personas que vivían en lugares tan lejanos como Asia, quienes afirmaban que podían leer el periódico afuera a la medianoche. En la localidad, cientos de renos, que constituyen el sustento de muchos ganaderos del lugar, resultaron muertos, pero no hubo evidencia directa de que alguna persona pereciera en la explosión.



La magnitud de la explosión se estimó en 10 a 15 millones de toneladas de dinamita, suficientes para acabar cualquier ciudad medianamente poblada; el objeto pudo estallar en el aire sin alcanzar el suelo a unos 8 kilómetros de altura ya que no se encontró ningún cráter de impacto. 

En 2007 se utilizaron supercomputadoras por primera vez para simular el evento de Tunguska en tres dimensiones. La estrategia funcionó, pero resultó en una imagen completamente nueva. Anteriormente, se suponía que un trozo de cometa del tamaño de un campo de fútbol, ​​que pesaba un millón de toneladas y se movía a 108.000 km / h (kilómetros por hora) habría provocado la explosión. Sin embargo, las simulaciones sugieren que un pequeño asteroide tendría el mismo efecto.

A medida que penetrara en la atmósfera, sufriría cada vez más resistencia. Hasta ahora nada nuevo. Lo que han demostrado las computadoras es que, aunque es más masivo que un cometa, un asteroide también podría explotar en la atmósfera, y la energía equivalente a 5 millones de toneladas de dinamita sería suficiente para causar una onda de choque como la de Tunguska.

El estudio mejora nuestra comprensión del mecanismo de la explosión, pero también genera una advertencia. El número de asteroides potencialmente peligrosos es mucho mayor que el de cometas. La posibilidad de que vuelva a ocurrir requiere el desarrollo de buenas estrategias de defensa.  La pregunta no es si vuelve o no a ocurrir,  sino cuando.   La idea es concienciar a la población, para llevar esta preocupación a las agencias espaciales de todo el mundo, con el fin de buscar monitorear y, principalmente, desviar asteroides potencialmente peligrosos a la Tierra.

No olvides contactar a tu grupo local de Astronomía para estar al tanto de las actividades en tu ciudad.




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El Día del Asteroide, como se observa anualmente el 30 de junio, es el día sancionado por las Naciones Unidas de concienciación pública sobre los riesgos de los impactos de asteroides. Nuestra misión es educar al público sobre los riesgos y oportunidades de los asteroides durante todo el año organizando eventos, brindando recursos educativos y comunicaciones periódicas a nuestra audiencia global en múltiples plataformas digitales.



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